domingo, 12 de octubre de 2014

110km de Pánico Práctico



" El valor para marcharse, 
el miedo a llegar. 
................
Dejarse llevar suena demasiado bien. 
Jugar al azar, 
nunca saber dónde puedes terminar... 
o empezar. "


Llegan las lluvias de Otoño, y recuerdo aquella jornada de mediados de Agosto. Día en el que tres intrépidos mirobrigenses nos lanzamos a la aventura del Camino de Torres, desafiando al calor, con la esperanza de vencer nuestros miedos. 
La solitaria plaza mayor de Salamanca para empezar, Mirobriga para terminar. Verracada Nui !!!



Después de terminar TransalpineRun hace poco mas de un mes, mi percepción de este deporte, la resiliencia al dolor físico y emocional ha cambiado de forma importante. Creo que no soy el mismo y mis objetivos personales y deportivos han cambiado. Soy mas exigente conmigo mismo, un inconformista en busca de sueños. Convencido de que no existen los limites, que es una cuestión de actitud, que tan solo hay que saber convertir tus miedos en Pánico Práctico.
Pero esta aventura, la que en unas pocas palabras voy a intentar resumiros, fue lo suficientemente importante como para merecerse un entrada en el blog. Por mucho tiempo que haya pasado, para mi no ha caído en el olvido.
 
Cuando te planteas un 100 km por primera vez, sin preparación y con excusas para no terminar, conseguirlo a priori parece difícil. Sin embargo, la clave reside en cambiar el concepto, en no pensar en la meta y vivir la experiencia del viaje, disfrutar del camino cada kilómetro. En esta ocasión tenia la fortuna de ir acompañado por dos "Perros Viejos" de este deporte. Abel y Agustín, conocen como nadie estas distancias, una apuesta segura.


Fue el 12 de Agosto, nuestro objetivo era unir Salamanca-Ciudad Rodrigo por el "Camino de Torres", 110km de puro campo charro, entre dehesas salmantinas.
Camino, que en las semanas siguientes Agustín conseguiría unir con Santiago de Compostela, al igual que hizo San Francisco de Asís  en una increíble hazaña de mas de 500km en solitario.

Salimos a las 5 de la mañana Abel Atalanta, Agustín - Ciego Sabino - y yo. Sin asistencia de ningún tipo, tan solo con algún gel, frutos secos y dinero suficiente por si surgía algún imprevisto.



Esta parte del Camino de Torres para el peregrino "normal" se compone de 4 etapas:
- Salamanca - Robliza de Cojos
- Robliza de Cojos - San Muñoz
- San Muñoz - Alba de Yeltes
- Alba de Yeltes - Ciudad Rodrigo.


Mis recuerdos después de dos meses, son fugaces. 110km de caminos rompe-piernas, recuerdos impregnados de un calor continuado. De deshidratación que obligo a Abel a retirarse. De una luna llena que prácticamente nos permitía ir sin frontal; del mágico amanecer por La Rad, con la sensación de tener un gran foco alumbrando por la espalda. De lucha continua, solidaria, contra las horas. Contra nuestros miedos en aquella parte del recorrido, en la que los tres intrépidos/inconscientes nos quedamos sin agua.
Recuerdo la llegada a Alba de Yeltes y entrar en aquella casa, en la que amablemente nos reciben, nos dan agua cuando estábamos exhaustos, cuando no podíamos caminar ni un metro mas, prácticamente sin poder articular palabra. La ultima parada en Bocacara donde un gran amigo, Cesar, nos acompaña hasta la fuente y nos da el empujón final. 

Tengo claro, que el tiempo que empleas en este tipo de retos, los datos técnicos, incluso los kilómetros; con el tiempo caen en el olvido. Lo que nunca no se olvida es la experiencia, los paisajes, los momentos, las risas y sobre todo los compañeros de viaje.
Os dejo la  experiencia de Abel relatada en su Blog, es un placer leerla después cuando han pasado un par de meses. Él si que escribe bien.





Mini Verraco como trofeo de la hazaña. 
(Cortesía de Abel, Gracias !!!)



miércoles, 1 de octubre de 2014

Otoño... Viento de cara.

     
" Todo lo bueno en la vida nace de un salto al vació "
Alan Moore

Otoño. Tiempo de reflexión. Tiempo de cambio, recuperando ánimos y rememorando sueños; aquellos ingrávidos que se convirtieron en alcanzables.
Viento de Cara y señales que te indican que debes saltar al vacío e improvisar.
Tiempo de desvelos, de realidades infundadas, de correr buscando la esencia inestable. Tiempo de guardar cuchillos y cerrar heridas de guerra.
Quizás perdiendo la fe para conseguir el milagro invisible.
Transformando la ausencia, el silencio; los atardeceres de añoranzas, las tardes espesas... lejos de las palabras insignificantes, lejos de testigos del duelo y misterios imprecisos.

Concentrarse en lo importante, cerrando ciclos, construyendo sueños, abriendo puertas y planificando imposibles. Es otoño, es tiempo de arrebatar esfuerzos, de dolores desconocidos; de soportar batallas, de barrer las cenizas del verano... de comenzar de nuevo. Otoño.